Se llamaba Jean Daniélou, jesuita, teólgo de fama, nacido en 1905 en Neuilly-sur-Seine.
En 1944 empezó a enseñar en el Instituto Católico de París. En 1969 fue
creado cardenal y nombrado arzobispo de Taormina. En 1972 fue recibido
en la Academia Francesa.
Sus aportes en materia teológica y de liturgia, fueron notables. Inauguró, junto con H. De Lubac , la colección Sources Chrétiennes. Escribió como sólo puede hacerlo un jesuita, y entre sus numerosas obras, las más destacadas son Platonisme et théologie mystique (1944), Bible et liturgie (1950), Essai sur le mystère de l'histoire (1953), y la Histoire des doctrines chrétiennes avant Nicée (entre 1958 y 1961, en dos volúmenes).
Fue
partidario, tras el Concilio Vaticano II, del retorno a las fuentes del
cristianismo, y un feroz opositor al progresismo teológico. Candidato a
Papa e íntimo del actual ocupante del trono de San Pedro. Un dechado de
virtudes, el cardenal. No dejó de escribir ni después de muerto, ya que
sus memorias ?Et qui est mon prochain??, aparecieron cuando ya estaba muerto, en París, en 1974.
Ustedes,
queridos lectores, se estarán preguntando si hemos perdido el juicio o
si de pronto hemos decidido hacer de este Blog un sitio diferente. Nada
de eso.
Veamos: el 23 de mayo de 1974, apareció una noticia en los
diarios de todo el mundo, y de todas ellas, extractamos la que se
publicó en el diario Clarín, de Buenos Aires, República Argentina: "Falleció
el cardenal francés Jean Danielou. El cardenal Jean Danielou, una de
las figuras más representativas de la Iglesia de su país, falleció hoy
repentinamente, mientras se encontraba en casa de unos amigos. El
purpurado, de 69 años, se sintió súbitamente descompuesto y expiró pocos
minutos después, pese a que fuera inmediatamente socorrido. Los médicos
diagnosticaron infarto de miocardio?.
La
repentina muerte de su eminencia, que por esos días laboraba como
decano de la Facultad Teológica de París, provocó inmenso pesar en las
más altas esferas de la iglesia. La prensa, ya se sabe, protocolo puro.
Hasta que...
Hasta que estalló la bomba y entonces, con ese
maniqueísmo propio de la iglesia y de los medios de comunicación, cada
medio empezó a especular con diferentes versiones: algunos informaban
que había muerto en la calle; otros aseguraban que había muerto en casa
de unos amigos y los más osados, aseguraban que murió en la sacristía de
Nôtre Dame.
Y este es el punto donde uno empieza a preguntarse: ¿pero qué pasó en realidad? ¿Adónde murió el santo varón de la iglesia?
El
29 de mayo de 1974 ?quizás para conmemorar un aniversario del Mayo
Francés?, el semanario satírico ?algunos lo llaman
sensacionalista?, "Le Canard",
provocó un verdadero revuelo, porque así, de una, desmintió todas
las versiones y reveló que Danielou no falleció en ninguno de esos
lugares, sino en un coqueto cuarto piso de un apartamento alquilado en
la Rue Dulong de París, en el cual moraba ?y trabajaba?, una bella rubita de veinticuatro años conocida como Mimí Santoni.
Parece ser que la información se filtró de la propia Sureté,
que encontró a Su Eminencia muerto en el suelo del mencionado
departamento, al cual estaba en el departamento, ?confesando a la
señorita?. Je.
Mademoiselle, luego de ser confesada y que se
le muriese el cardenal, quizás por un sentido de responsabilidad
exacerbado, siguió en sus tareas habituales de bailarina de strip-tease,
en un cabaret de París.
Pero eso sí: lo recibió en salida de baño porque, como es habitual, una suele confesarse con su atuendo de entrecasa. Je, Je y Je.
La
historia da para mucho. Imagínensela. La Iglesia, por supuesto, negando
todo, e indignada. Los prelados, hechos un basilisco, muy ocupados
llamando a las redacciones de los diarios de Francia, pidiendo, rogando,
suplicando la más absoluta discreción ante semejante ?tragedia? que, en
castellano, podría decirse bochorno.
Puesto que el tema no daba para
la discreción, se inventaron un cuento: el cardenal piadoso durante
tres meses frecuentaba la casa de Mademoiselle Santoni, a fin de poner
fin a un chantaje a que era sometido un encumbrado amigo suyo.
Para peor: "Le Canard" preguntó, entonces: "¿de dónde salía entonces la importante suma de dinero del chantaje...? ¿acaso salía del culto?". De este modo es como se llevaron a cabo investigaciones confidenciales acerca de las "actividades extra sacerdotales de su eminencia" ... que duraron seis años.
La vieja historia: ?Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago?. Exactamente lo contrario a lo que marca el sentido común.
Llámesele
como quiera pero a mí algo me huele a podrido en Dinamarca: el cardenal
y la señorita de reputación dudosa, no estaban precisamente en el
momento de la confesión cuando Dios, con ese exquisito sentido del humor
que debe tener, lo convocó a su lado. Cualquier otra cosa, en mi
parecer, no es más que una interminable ristra de sandeces y mentiras.